Al llegar a Tiananmen y ver el retrato de Mao, al fin me he dado cuenta de que ya estoy en China, es una sensación rara porque me siento muy comoda entre ellos y es como si siempre hubiera vivido aquí. Allí he podido escuchar todo tipo de dialectos, pues hay muchos turistas nacionales y es realmente peculiar ver como te miran con curiosidad e incluso te hacen alguna foto disimuladamente. Además he experimentado que es hacer una cola en China... en resumidas cuentas es un caos, todo el mundo intenta colarse y da muchos empujones pero te acostumbras enseguida, al final incluso te acaba divirtiendo.
En primer lugar queríamos ir a ver el Mausoleo de Mao, pero cerraban muy temprando y no nos daba tiempo, así que hemos ido a ver la puerta de Tiananmen. Ha empezado a llover pronto y no ha parado hasta el medidodia, así que después de mucho rato esperando bajo la lluvia para dejar los bolsos en la taquilla y pagar 2 yuanes, hemos subido a la puerta de Tiananmen (Puerta de la Paz Celestial), la cual esta formada por 2 partes: la inferior constituida por una base de jade blanco y la superior que tiene una especie de pórtico alrededor donde se suelen poner las personas más importantes del partido o invitados imporantes de otros países, como por ejemplo los jefes de Estado, cuando hay fiestas relevantes. Esta puerta es importante por dos motivos; en primer lugar porque cerraba la antigua Ciudad Imperial y en segundo lugar porque es donde Mao declaró la República Popular China en 1949 e incluso hay el sitio donde estaba él cuando ocurrió este hecho histórico tan relevante, justo en medio de la puerta, marcado y cerrado, ya que sólo las personas que pagan 30 yuanes pueden hacerse una foto en el mismo lugar. En el interior de esta parte, podemos observar que hay 60 columnas, símbolo de la longevidad, y 17 lámparas. Además de una exposición de distintos cuadros de arte tradicional.
Después fuimos hacia la plaza Tiananmen, la cual ya había visto desde la puerta, y me decepcionó un poco, pues yo pensaba que era enorme y la sensación que me dio fue de que era una plaza grande pero que podría serlo más. No fui la única, pues Ting me dijo que ella tuvo la misma impresión, quizá fue porque habia unas pantallas gigantes más o menos en medio de la plaza que le quitaban su encanto comunista, supongo que intentando modernizarla un poco.
Seguidamente, por culpa de la lluvia tuvimos que refugiarnos en el Museo Nacional de China, donde no tuvimos que pagar entrada y además es posible que volvamos otro día si tenemos tiempo, pues es un lugar realmente interesante: hay muestras de porcelana antigua y sellos de emperadores tan importantes como Gengis Khan, entre muchas otras piezas de gran valor.
Después ya nos fuimos hacia el hotel a ducharnos para después ir a cenar a Wangfuging, donde me quedé sorprendida de la modernidad y lujo que hay en esa calle en comparación a donde está mi hotel, en un hutong, que además se encuentra a tan sólo a 15 minutos andando.
Pero estoy descubriendo que Beijing tiene este encanto y cada vez me atrapa más.
Hudie